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lunes, 27 de enero de 2014

Cuatro



Este año se me olvidó pedir deseos cuando comía las uvas de Nochevieja. Y sí, digo deseos, en plural, pues yo siempre pido un deseo por cada uva, aunque a menudo algunos se repiten, no por despiste, sino por remarcar su importancia dentro del conjunto. Este año no, simplemente se me olvidó. Y eso no sé si significa que estoy básicamente satisfecha con mi actual vida, o por el contrario que simplemente he dejado de creer en pedir deseos.

Lo cierto es que me marqué un propósito de año nuevo que era empezar a hacer yoga. Siempre he querido hacerlo, no pilates, no. Yoga. El típico, el ancestral. Sé que hay muchos tipos de yoga y no sé exactamente cuál voy a empezar a hacer, pues he elegido de un modo pragmático, es decir, por el horario que más me convenía. Comienzo las clases la semana que viene. La profesora me ha citado media hora antes de la clase, para realizar una sesión de meditación iniciatoria. Espero que el novio de ChicaTren no tenga razón y no exista un componente religioso. De todas maneras, si así es y me convencen, será un milagro documentado.

A pesar de que va a haber oposición en mi comunidad, mi especialidad no ha salido, así pues tengo el curso más tranquilo desde hace mucho tiempo. Terminada la segunda carrera y obtenido el título de inglés que necesitaba,  me encuentro un poco perdida. Si lo hubiera sabido, me habría apuntado al máster en septiembre, pero a estas alturas ya es tarde para todo. Lo único que se me ocurre es desempolvar un par de artículos que andan por mis armarios e intentar publicarlos en pro de seguir acumulando méritos. Además de continuar con el siguiente nivel de inglés.

Todavía pueden salir plazas de mi especialidad en Madrid, pero lo veo poco probable. Quién sí que va a hacer la oposición es Flúor. Pobre, ella si hubiera podido habría deseado que no salieran, pero su especialidad es de las más numerosas, así que no nos coge por sorpresa. He de decir que tengo algo de envidia, aunque lo digo sólo aquí, pues si alguien me escuchase sería calificada de mentalmente perturbada. Mi papel ahora debe ser servicial y tranquilizador, aunque como ama de casa mal empiezo, el sábado quemé la comida.

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