Concurso cartas de amor. Infinita.

Bueno, retomamos el concurso de cartas de amor. Como ya advertí en el anterior post, el premio no está nada mal. Es una noche para dos en una casa rural preeeeeeeciosa en Cuenca y su correspondiente desayuno, en fecha a convenir con la guapísima patrocinadora. Una forma ideal para celebrar el amor, la amistad... o lo que queráis. Si queréis echarle un vistazo al precioso lugar, podéis hacerlo aquí:

www.laquintademalu.com

Más información en: 

Booking

Toprural
Trivago

Deciros también que las juradAs: Farala, Kali y Jochi están ya poniendo nota a las participantes, y que se desvelará la carta ganadora en su debido momento. Sin más os dejo con la siguiente carta.

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Participante: Infinita

Querida S: 

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Hay una bloguera por los mundos de internet que se ha empeñado en hacer un concurso de cartas de amor.  Yo sugerí otro tipo de cartas que me parecían más interesantes y menos cursi, pero la puñetera no me ha hecho ni caso. Así que tendré que escribir sobre el amor.

¿Qué es el amor?: Ni idea. A lo largo de mi vida han existido algunas personas con las que el corazón me ha latido un poco más deprisa de lo normal, pero de ahí no ha pasado la cosa.

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Nosotras, a lo tonto, llevamos 12 años conviviendo juntas. Cuando te conocí por primera vez ni me lo hubiera imaginado.  Lo único que me llamó la atención es que eras una piltrafilla descuidada, callada   y un poco seca (luego me enteré de que recién habías acabado con una relación tan brutal que ni siquiera se puede comentar).

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La segunda vez ya me quedé un poco pillada pero solo en el plan intelectual: estábamos con un grupo de amigas-conocidas, una de ellas era agente de viajes y yo le pregunté cómo estaba el tema de Kenia y Tanzania, ya que había viajado varias veces allí y me enamoré de tal forma de estos países que quería volver otra vez. Ante mi asombro hablaste casi por primera vez: como bióloga especializada en etnología, habías viajado no solo por esos países, en plan mochilero, sino que habías estado en otros por el estilo y también en Uganda con los orangutanes al estilo de Dian Fossey y pensé: vaya, es una de la “mías”, es arriesgada, le gusta viajar a sitios lejanos y es amante de los animales. Y así, poco a poco se fue forjando una amistad y un ¿amor? aunque lo de “poco a poco” es un decir: casi a los tres meses estábamos viviendo juntas.

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Y todavía no entiendo cómo llevamos 12 años y de ellos, cinco, casadas. A simple vista no tenemos nada en común: cuando yo leo, tu juegas al nintendo; tu eres “romántica”, a mí la palabra me da repelús;  mientras yo soy el orden personificado, tú eres un desastre; casi no vamos al cine porque yo soy de las de subtítulos e independientes y tu de las americanadas; los niños te cansan a los 10 minutos (y ya exagero) mientras yo puedo pasarme horas con ellos; eres incapaz de ir de compras si no es a un sitio tipo Leroy Merlin; cuando tenemos fiestorro tengo que revisarte el vestuario antes de salir porque te has puesto lo primero que has encontrado (encontrado, no “visto”)  y yo voy como un pincel… y así seguiría hasta el infinito. También tenemos cosas en común, obvio, pero las no comunes ganan por mayoría.

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Sin embargo, ya ves, aquí estamos.  Siempre juntas, sin separarnos más que para ir a trabajar, y deseando que la una o la otra regrese pronto  a casa del curro,  o cuando tengo que hacer un viaje familiar relámpago a Málaga. Nunca nos aburrimos, nos reímos un montón de todo, de todos y de nosotras mismas y, claro que tenemos discusiones y algún desencuentro pero ni aquellas ni estos nunca son sobre nosotras o nuestra relación, siempre están relacionados con cosas de “fuera”.

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No podemos estar la una sin la otra y muchas veces bromeamos: “Cuando tú te vayas con otra, yo me voy con ustedes  dos”.
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¿Será esto “amor”?. Ni idea.

Infinita