Nada estaba saliendo como yo quería, y no estaba acostumbrada a que
las cosas se me fueran de las manos. Así que hice lo que cualquier persona en
sus cabales haría: elaborar un plan.
No podía arriesgarme a llamar a Sofía por teléfono. Corría el riesgo
de que no me lo cogiera, o peor, de que me lo cogiera y se pusiera a gritar.
Pasaría lo mismo con un email o con un mensaje. La única opción que me quedaba
era la de verla en persona. Tenía que ser en un entorno casual, un lugar común,
para que no resultara tenso y pudiéramos hablar sin montar ningún número.
Después de un rato tenía claro lo que había que hacer: organizar una
bollo-quedada.
No quedaría forzado porque las organizábamos de vez en cuando, y si
llamaba a las personas adecuadas, sabía alguien que la traería consigo. Así que
llamé a amigas de amigas de amigas, hasta que alguien la mencionó. Bien, algo
que por fin funcionaba.
Cuando llegué a la plaza de Chueca la noche de autos me asusté un
poco. Éramos más de cuarenta tías. Oí la voz de Claudia en mi cabeza “¿Pero tú
estás mal? Mira la que has organizado para ver a UNA persona”, pero la eché
rápidamente. Tenía claro mi objetivo de la noche: hablar con Sofía y recordarle
lo encantadora que soy.
Me puse a saludar a la gente de manera muy efusiva por si ella me
estaba observando, pero según pasaban los minutos me invadía una sensación de
pánico pensando que quizá al final no había venido. De repente, un sonido
familiar me hizo soltar una exclamación y me quedé sin respiración por un
segundo. La risa de Sofía. La oí nítida por encima de todo el griterío y me
dieron ganas de apartar a todo el mundo como Moisés hizo con el Mar Rojo para
encontrarla. Su risa era mi maná, el anticipo de una tierra prometida: los
brazos de Sofía.
Por fin la vi. Estaba impresionante. Pantalones negros tan ajustados
como una segunda piel, botas de tacón, una simple camisa blanca un poco
desabrochada que dejaba ver un tráiler de su sujetador. Llevaba el pelo suelto
y recordé las cosquillas que me hacía con él cuando me abrazaba de improviso. Me
acerqué a ella mientras me temblaban las manos, saludando a todo el mundo que
me encontraba. No me vio hasta que casi podía alzar mi brazo y tocarla.
- Sofía – dije con una sonrisa.
Le cambió la cara. Se tensó, pero hizo un esfuerzo por sonreír
educadamente. Le di dos besos. Su cercanía casi hizo que me mareara. Olía a
limón y a ropa limpia.
- Qué bien verte por aquí, no sabía que ibas a venir – dije
alegremente.
- Yo tampoco sabía que venías tú – me respondió cortante.
- Esto es un poco raro… - dije con una sonrisa tímida metiéndome las
manos en los bolsillos. Eso solía funcionar.
- Es bastante raro, sí –Sofía no me daba tregua.
- Mira, te propongo un trato. Como nos vamos a ver durante toda la
noche, para evitar este tipo de situaciones violentas, ¿por qué no hacemos como
que no nos conocemos? Quiero decir, como si nos acabáramos de conocer ahora
mismo.
Sofía ahogó una carcajada. La cosa estaba saliendo mejor de lo que
pensaba.
- ¿Qué te parece? – pregunté.
- Pues mira, Alba, me parece una gilipollez – dijo Sofía mientras se
me helaba la sangre en las venas -. No voy a pasar un mal rato esta noche
fingiendo que no me pasa nada sólo para que tú no tengas remordimientos
por dejarme sin darme ninguna explicación. Lo siento pero no. Eso es lo que me
parece.
- Perdona, no era eso… - me había destruido por completo -. Sólo
quería hacer las cosas un poco más fáciles para las dos. Va a ser una noche muy
rara entonces…
- No te preocupes, yo no me voy a quedar. Sólo he pasado a saludar,
tengo otros planes. Nos vemos.
Me dio dos besos fríos sin mirarme y se fue, el ruido de sus tacones
resonando en mis oídos, percutiendo directamente a mi corazón.
No podía haber salido peor. Había estropeado una oportunidad perfecta.
¿Cómo iba a arreglar un desastre semejante? No sólo no le había recordado que
soy encantadora, sino que además le había hecho confirmar el hecho de que
soy una completa cabrona. Me sentí imbécil y furiosa. Y tenía otros planes. Otros planes nocturnos. Me recorrió una oleada de sudor frío cuando me la imaginé con otra.
Pero de repente me acordé de lo que dijo Claudia. Si pasaba de mí, es
porque no estaba interesada, lo que quiere decir que si se enfadaba… ¡aún podía
tener una oportunidad! Y me había dado dos besos al irse. Podía haberse ido sin
haberme tocado siquiera, pero lo hizo. Me agarró el brazo y me dio dos besos.
Era poco con lo que trabajar, pero estaba dispuesta a agarrarme a cualquier
clavo ardiendo que me encontrara.
Justo entonces, mi teléfono sonó. Era Paula, la chica de la otra
noche, no había vuelto a hablar con ella desde aquella mañana.
Hola
guapísima =P
Hola Paula
Tengo que
hablar contigo…
Me pillas en mal momento
=( Es que me
siento muy mal… y necesito hablar con alguien
Qué te pasa?
No te dije
toda la verdad el otro día…
Eres una asesina en serie? xD
No… pero mi
novio a lo mejor se convierte en uno si se entera de que le he puesto los
cuernos… y con una tía además
QUÉ??
Siento no
haberte dicho que tenía novio! Pero es que me gustaste mucho, eres tan guapa... (babas)
Y qué pretendes que haga yo con el tema de tu novio?
Quiero
hablar contigo en persona! Aclararme un poco las ideas… Podríamos quedar la
semana que viene?
UN café. Uno
Guay! Tengo otra cosa que decirte…
Qué miedo
Te mentí en
otra cosilla sin importancia…
En cuál?
No te dije
la verdad sobre mi edad…
Cuántos-años-tienes?
16
Mierda.
To be
continued…
7 títulos de crédito:
Ups!! A ver que más le puede pasar.....
Aaaaaaah!!! xDD no lo puedo creer!
cabronaaa siempre me dejas con ganas de más.
No veas cómo vienen las niñas de ahora... Y lo malo es que esto sí que no es ficción. xD
We need more.
¡Yo también quiero leer más!
Besos
more more more
que malo es el guasa ese
coqui
40 tias...que poderio,no?
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