- ¿Qué pasa, guarrillas? – saludé entrando en el vestuario.
Siete tías en sujetador deportivo se me echaron encima casi
instantáneamente. No es que me queje, pero no soy una fanática del contacto
físico en paños menores con mis amigas más cercanas. Eso de que las lesbianas
se acuestan con todas sus amigas es una blasfemia. Marta me observaba divertida
desde un rincón, sabía que estas cosas me incomodaban.
- Bueno, ¡a dispersarse señoritas! Tenemos un partido que jugar – dijo
dando palmas, como si estuvieran espantando un corral lleno de gallinas.
No pude evitar reírme cuando todas volvieron sus bolsas deportivas en
menos de un segundo. Marta tenía un extraño poder dentro de nuestro grupo de
amigas: todas estaban locas por ella.
El partido fue un desastre, como siempre. No éramos las mejores
jugadoras del mundo, pero ese día estábamos especialmente desafortunadas en
nuestros disparos a puerta, o pases o lo que fuera. La verdad es que no
entiendo nada de fútbol, pero me gusta soltar alguna patada de vez en cuando,
especialmente cuando estoy nerviosa.
Volvimos al vestuario entre risas y nos metimos en las duchas a
mogollón. Yo acabé la primera, como siempre, porque no me entretenía en mirar a
nadie y, al tener el pelo corto, puedo saltarme el rollo del acondicionador de
vez en cuando. Marta salió de la ducha justo después que yo, mientras todas
seguían de risas bajo los chorros de agua, y se enrolló alrededor del cuerpo una
toalla azul casi del mismo tono que sus ojos. Estaba bastante morena porque
acababa de volver de la playa y la piel le brillaba por las gotas de agua que
ya empezaban a evaporarse. Sacó una crema de su bolsa y se la extendió por el
pelo, los mechones negrísimos resbalándole entre los dedos como arena
volcánica. Podía entender por qué todas estaban coladas por Marta. La verdad es
que era preciosa.
- ¿Qué te pasa? Pareces distraída – me dijo
- Estoy de bajón – respondí de mala gana.
- ¿Retiro y pipas? - propuso
- Me vendría bien – dije, sintiendo una sonrisa extenderse por mi
cara.
Retiro y pipas era una tradición familiar entre Marta y yo, y lo
hacíamos desde que nos conocimos en primero de carrera. Con los años se ha ido
transformando, y a veces era Retiro y pipas, otras Retiro y cervezas y, en
nuestra época más rebelde, Retiro y canutos. Ese día fue Retiro y polos de
limón.
Nos sentamos en la hierba y le empecé a contar mi vida, pero puse
especial cuidado en no mencionar a Sofía, aunque era de lo que más necesitaba
hablar. Marta y Sofía nunca se habían llevado bien, y a Marta nunca le había
gustado mi relación con ella. Decía que me anulaba, que no era la misma a su
alrededor.
Cuando llegué al asunto de “la niña” puso los ojos como platos, pero
no dijo ni una palabra. Hasta que le conté que me había hecho pasar por su
profesora particular. Su carcajada resonó entre los árboles e incluso espantó a
unos pocos pájaros. Me habría enfadado con cualquier otra persona que hubiera
tenido una reacción similar a mi historia. Por muy cómica que suene, es
bastante seria: Paula es una menor.
Pero la risa de Marta siempre conseguía relajarme. Sentí como si me levantaran
una losa de los hombros. Siempre que ella se riera, la cosa no podía ser tan
grave, y era una sensación tan familiar, estar en el parque, riéndonos de
gilipolleces, que sentí ese lugar y ese momento como un entorno seguro, y me
eché a reír con ella. Las dos tiradas en la hierba como cuando teníamos
dieciocho años, los polos casi derretidos en las manos.
- Marta, ¿qué hago? – dije cuando acabamos de reírnos.
- ¿Pues qué vas a hacer? Dejar de verla – dijo como si fuese la cosa
más obvia del mundo.
- Soy un desastre
- Pero eres un desastre muy mono – dijo dándome un beso en la mejilla.
Fue un poco pegajoso por el polo y me dejó una sensación fría en la cara,
pero fue un gesto tan dulce que no pude evitar sonreír. Marta era mi familia en
Madrid, y siempre la tendría a mi lado para reírme de mi vida.
Me fui a casa sintiéndome muy ligera, después de días con una nube
negra rondándome, para encontrarme con un e-mail de Paula en cuanto encendí el
ordenador
Hola preciosa ^.^
¿Podemos vernos este finde? Es
que tengo examen el lunes! Y la sintaxis la llevo fatal :(
Un beso
donde tú quieras… ;)
¿Pero de verdad tenía que darle clases? Me cago en la leche.
To be continued…
Lo siento prendas, sigo de
exámenes… Os traeré algo más jugoso en futuras entregas. Si tenéis alguna
petición, sugerencia, comentario o insulto, dejadlo en los comentarios y lo
tomaré en consideración :*
2 títulos de crédito:
No es nadie la Paula... xDDDDDDD
PD: Estuve "pensando fuerte" hoy a eso de las 12. :)
Que tendran las Martas... que hacen tan bien de Pepito Grillo
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